sábado, 26 de diciembre de 2009

presente

No somos dos enemigos,
ni amigos, ni familiares.
No somos nada de eso.
No somos cantantes de música nacional,
no somos cuerdas estridentes de guitarras viejas,
no somos charcos opacos de agua,
tampoco somos fragancias de sudor.
No somos nada de eso.
Somos brisas fugases abandonadas a la intemperie,
somos un pedazo de recuerdo que no se quiere olvidar,
un pedazo de recuerdo vetusto que vaga por ahí,
en sigilosa melancolía.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Vacaciones

Si me hubieran dicho que ibas a llegar aquel día de diciembre
con tus maletas en la mano, habría dejado el pasador de la puerta abierta,
aquel que no deja que los ladrones nocturnos se roben lo poco que tengo de ti,
lo hubiera dejado abierto, a riegos de perder la servilleta del último café que tomamos.
Me hubiera bastado con mirar que en tú mano tenías tu impecable maleta violeta,
y que llegaste hasta el borde de la esquina del apartamento, pero ahora estoy de vacaciones,
Vuelve otro día.

El anónimo

Debo insistir en permitir palabras maltrechas
sobre lo correcto y adecuado,
debo insistir en no dejar que las letras se mueran,
por la falta de los minutos que se cuelgan voraces
a los relojes, y que salen en picada a comerse las horas.
Debo insistir en no olvidar que aún me muerde
el estómago, pero que lo acallo en muchas ocasiones
para no delatar mis secretos.
Debo insistir en qué existo, y que no soy un instante de tiempo,
debo insistir en trepanar los libros polvorientos,
y la vulgaridad aparente de la calle.
Pero también debo insistir en que me dejas sin palabras.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

ciudad

La ciudad me dice cosas al oído, pero a ratos olvido a que huele.
En instantes pienso que olvidamos su sabor,
recordamos la fragancia del campo,
pero olvidamos la de la gran urbe.
Hay días que miro los huecos del pavimento rasgado por los piecitos de las palomas y de las "irritantes" ratitas de las alcantarillas,
incluso miro y olfateo el humo del centenar de carros que estropean
su andar unos con otros, por llegar temprano al trabajo o la casa.
Hay días en que huele a lluvia, a humedad de arenilla, a pino,
incluso hay lugares en que huele a pollo,
de ese que da vuelticas en una varilla metálica una y otra vez.
Hay lugares que puede llegar a oler a palo santo, a incienso,
de ese que venden en las galerías y pasajes del centro;
incluso hay quienes afirman que huele a Hippie.
Pero si camino un poco más, aquel incienso rebota,
y se transforma en maní tostado con algo de caramelo.
¡Qué Extraño todo eso!
Siendo desafortunado hay veces
que me penetra en la nariz el olor a caño,
a humedal infecto por aguas sucias, a frigorífico de animales muertos,
a meado dejado en una pared o callejón.
No obstante también puede oler a flores,
a primavera, a jardines reposados, a cannabis, a pan
recién horneado.
Nuevamente, ¡qué extraño todo eso!
y pensar que esa rara celeridad del día,
me hace olvidar donde vivo.

lunes, 31 de agosto de 2009

Otro día más.

Hoy abrí los ojos, desperté entre centelleas de luz,
dicen algunos que la mañana fue clara.
El llano se había posado en mis ojos, su belleza era inquebrantable.
El sol yacía en mi espalda, la sabana parecía un arrebol más,
sin embargo la muerte había de rondar otra vez,
estupidez por lo ajeno no lo sé.

El indio hecho exótico fue muerto, vilmente silenciado.
La pólvora dejó rastro en su cuerpo.
Las balas se estrellaron contra su familia,
y otros más, éstas quedaron hundidas en su humanidad,
cada centímetro de sus órganos y de su carne lentamente palidecieron.

La sangre escandalosamente corrió sobre el campo y la tierra.
Los ojos de su ejecutor pudor y respeto no sintieron, pero quizás sí lo hicieron
y se santiguaron para poder hacer su honrosa tarea.

Mentiras contagiosas van a salir,
la justicia inerme y sus juglares “dirán la verdad”.
El llanto sólo será un espectáculo más,
Y mientras tanto los más “dignos hombres”
de vino y tabacos sólo van a hablar.

jueves, 30 de julio de 2009

Recuerdos.

Déjame pedirte un recuerdo.
Déjame pedirte un recuerdo.
Déjame pedirte un recuerdo de esos
que sólo tú sabes dar, de aquellos
que se guardan en la memoria;
dame un recuerdo de tus manos, de
la fragancia de almendras y vainilla
de tus carnes.

Dame un recuerdo de tú casa, de tú vida,
uno sólo que me permita recordarte,
así sea uno de tú indecente risa.
Déjame pedirte un recuerdo
del santiguar que no haces
o de las lágrimas que ya “no
salen” en Trujillo
porque ya no hay nadie,
y se ha olvidado todo.

miércoles, 8 de julio de 2009

Buenos días

Postrera indiferencia de tú cama he sentido,
he mirado tú sueño de nueve o diez horas
y la orgía que allí armas.
Te gozo indefinidamente,
no importa si despierto y aún revuelcas
el alborotado pelo amarillo de tú cabeza,
en la almohada blanca que me robas
en la madrugada.
Me acoplo a ti,
a tú cintura, al sudor de tú piel,
al rojo de tus mejillas, y al aliento desequilibrado
de tú boca, cuando recién despiertas, sonríes
y dices buenos días.

viernes, 3 de julio de 2009

Elogio a una banca

Siempre cuando deambulamos por ahí, saltamos las cosas, no nos detenemos a mirar que nos dicen, porque reciben un nombre, o quizás, porque no se llaman de otra forma. Incluso cuando las vemos creemos que ellas, las cosas, los objetos, siempre han estado allí como espectadores inmortales y pasivos, que esperan, algún día, captar un poco de atención. Por ejemplo, ¿se han preguntado alguna vez por una banca solitaria en un parque?

Pues bien, son esas estructuras sólidas hechas en diferentes aleaciones y colores que al estar solas, sin gente encima de ellas, tú cruzas por el frente de éstas y le dices a alguien, o a ti mismo, me siento aquí o allá, ¿qué extraño impulso nos lleva a tomar esa fría decisión?, ¿comodidad? o ¿exclusión? En algunas oportunidades posan inermes en colegios, parques, cementerios. Habitan la ciudad y los pueblos, sirviendo de consuelo a caminantes, a los marchitos en penas, incluso se permiten ser tomadas como una cama dura para el desprevenido que se duerme, o para algún nocturno pasajero de la calle.


Cuantas personas o cosas no habrá albergado en su superficie: novios, amigos, un lector, la nota de un suicida, un niño que salta en ella, o tal vez un ave, que al momento de alzar vuelo la bombardea de excremento. Bueno, cuando eso ocurre, tan sólo pasamos los ojos por encima, nos llenamos de repugnancia, y no nos atrevemos a tomar asiento. Lo cierto es que las bancas en su soledad, en el frio, el sol canicular, o la lluvia, dejan que los recuerdos de sus efímeros amantes se posen sobre ellas, hasta se dejan llamar de otra forma, pues saben que queremos hacer más sencillo o menos aterrador nuestro pequeño mundito.



miércoles, 1 de julio de 2009

Preguntas.

No preguntes por mí cuando el sol esté caldeado,
no preguntes a mis antepasados por mí,
porque ellos no me conocieron,
no preguntes por mi irreverencia a los jerarcas,
ni trates de saber quien soy.

No preguntes por mis manos que te acariciaban,
ni preguntes como te tomaban.
No preguntes por el amor que te tengo en las tardes de lluvia,
ni por mi deseo inexpugnable a amarte.

No preguntes cuantas frases más he de escribirte,
ni preguntes porque aún te llegan flores,
no preguntes cuantas veces he cruzado por tú ventana y no estás.
No interrogues al tiempo, y calla cuando me tropiece en tus recuerdos.

miércoles, 24 de junio de 2009

Huellas

Si las huellas que dejamos en un camino
fueran el recuerdo del pasado,
posiblemente, quizás, tal vez,
éstas serían un estupor para el presente que nos acecha,
en el cual nuestros ojos ciegos
aún permiten seguir viendo como en las montañas,
ocultos en la tierra,
persisten los huesos pútridos
de los que ya no volverán a casa.

martes, 23 de junio de 2009

No digo nada

No digo nada
Para que no me cuestiones,
No digo nada para que no preguntes
por las mujeres que he amado,

No digo nada para que no me preguntes
porque aún lloro por la muerte del que no tiene nombre,
no digo nada para que no ahuyentes de mi cabeza
las flores del cementerio y de las tumbas
olvidadas por la guerra,

No digo nada par que no sepas cuanto te amé
y te amaré.
No digo nada, no por el temor a ser desaparecido,
sino por el miedo a que tú me llores.

Y no digo nada para que sepas que
mi silencio lleva tú nombre guardado
en las palabras que no voy a decirte.

Sin título

Tus ojos redonditos me esculpieron en la noche.
En ellos adivino tus pasajes, tú vida y placeres.
Siempre les busco alguna fragancia,
y me deleita verlos llenos de risa.
Cándidos y expresivos cuando
algo te toma por sorpresa.
Ellos hablan de ti y por ti,
de tú voz, amores y desilusiones;
Me dicen cosas extrañas
de tú incontrolable adicción al té,
a las viandas sanas e integrales,
al obsceno placer
de pisar las hojas secas de los árboles
que caen en las avenidas,
del horror a las diminutas arañas,
del espanto que te produce
la muerte y la soledad.
Incluso, hay días que se asocian con el arco de tus cejas,
para exclamar que te tulles con
el frio que se apodera de tus patitas,
pero ello no importa,
pues siempre arremetes contra él,
en un conjuro de miles
de cobijas y calcetines,
que se acompañan
de una infusión.

viernes, 19 de junio de 2009

Un trato

La muerte se ha posado en mi espalda,
me ha perseguido obstinadamente,
me desnuda en mis secretos,
en mi pasado,
dulcemente me hace temblar,
no la desprecio, ni la odio, sólo la espero.
Sabe ella que es refugio del soñador
que no quiere volver a recordar y quiere olvidar.

Dulce amiga, compañera del pródigo,
del desposeído,
de las mujeres enjutas y bellas,
de los hombres piadosos
y escépticos,
amante fiel, ¿despreciada? No, más bien ignorada…
sentida por los amantes que ya no los son
y que han olvidado un amor.

Paciente, sincera y triste, porque escucha las penas
del poeta ebrio y melancólico que aún esparce
el humo del tabaco en su boca,
y que busca respuestas pero no las encuentra.

Dame una privanza, un tiempo más,
para poder
conquistar por el
delirio a mi amada que ya no oye,
pero no importa, pues insurrecto soy.

Sólo quiero
un trato y un tiempo más, así sea
para conquistar u olvidar.

lunes, 1 de junio de 2009

Agustino

Agustino ha roto sus cadenas,
el amo intentó detenerlo
con látigo, hierro y fuego, pero
no pudo hacerlo.

Agustino rompió en lágrimas,
su mujer y sus hijos hechos esclavos -por ser negros-
no pudieron huir.
Tendrá que volver de nuevo a la hacienda,
a cortar caña, a mirar los animales y alimentar
una vida que no es la suya,
sino la del conquistador,
la del poderoso blanco.

Ya han pasado varios años
desde que las cadenas se liberaron,
los cimarrones que huyeron han vencido,
su dialecto ha sido propagado junto con
las maracas, tambores, conunus y la marimba.

Sin embargo, los descendientes de Domingo Bioho,
de las tierras de Benin, Guinea, Costa de Oro…
Aún escalan paredes olvidadas,
en pueblos que viven entre sombras,
en casas de palos viejos, latas, y poco de agua dulce,

Y allí las voces que cantan
bullerengues, lumbalús,
currulaos y berejús,
tratan de resistir el olvido,
en medio de rones y tabacos,
encalambrando la memoria de aquellos
que creyeron, y aun creen,
que el negro no tiene alma.

miércoles, 20 de mayo de 2009

Tiempo y distancia.

En la física el movimiento rectilíneo
viaja de la mano con el tiempo,
la velocidad y la distancia.
El tiempo y la distancia
te orientan en la vida,
te llevan a decir buenos días,
buenas tardes,
buenas noches,
dos metros, tres metros,
una cuadra, un kilómetro.

Tiempo y distancia
implica el ejercicio incuantificable e impensable,
para un “ingenuo” mortal,
de explicar y comprender que las estrellas se mueven,
que la tierra ya no es el centro del universo,
y que las guerras no son tan lejanas.

Tiempo y distancia:
“precisas”, “imprescindibles”,
“perfectas”, “lógicas”,
por si mismas inmortales.

Sin embargo,
lo único que puedo extraer de ellas,
es que el tiempo
y una distancia prudente (que puede llegar a ser obsesiva),
entre dos cuerpos (ella y yo) es necesaria,
para comprender que ya no estamos juntos,
y para que mis manos
se acostumbren a no volverla a tocar otra vez.

Tiempo y distancia:
“métricas”, “conmensurables”,
“eficaces”, “existentes”,
“reales”, “inexpugnables” y “válidas”
para cualquiera que silencia
su voz y recuerdos.

Pero lo más importante es que las calles,
edificios, parques y ebrios,
con el tiempo,
ya no extrañaran tus pisadas,
el olor a suavizante de tus prendas,
y tú perfume de flores.

lunes, 11 de mayo de 2009

Treinta y cuatro.

Entre la multitud de los buses,
la infestación del humo de los carros,
y la calle treinta y cuatro te marchaste.
Te fuiste como siempre:
impasible, con una sonrisa,
plena, suelta y alegre;
A veces dices adiós, otros días hasta pronto,
bye, auf wiedersehen, sayônara, au revoir…

Pero más allá de cualquier cosa,
siempre te vas, y yo me quedo mirando las placas
del autobús en el que te marchas, a la espera que
por casualidad te asomes por la
ventana trasera.

Cuando te pierdes en el horizonte de las calles,
mis pasos se sueltan, trato de sonreír,
tomo lo gris y oscuro,
las basuras, las envolturas de cigarrillos y
de dulces, y trato de escribir una poesía
nacida en la boca de conductores de camión,
en plazas de mercado, y de sórdidos lugares.

Al terminar de escribir, veo que
deambulé por parques extraños,
en donde jugaban al fútbol obreros
y mecánicos. Al observarlos en su trajín
no sé porque recordé, que mis palabras
se enredaron en tú pelo,
y quizás no lo notaste.


lunes, 4 de mayo de 2009

Silencios.

Estuve pendiente de tú mirada y de tus uñas carmesí.

Estuve al tanto de tus ojos y aretes negros,

también me fije en tú camisa,

en tus caderas, manos y calzones de rayas.


Te miré fijamente, y traté de adivinar tus labios.

Me reí contigo y de ti,

de los recuerdos pasados que no fueron pocos,

del café negro, y mi extraño sentido del sin sentido.


Gocé de tus insultos,

de tú religión y agnosticismo,

gocé escudriñándote con mi olfato;

traté de ser locuaz pero no pude,

pues tan sólo me salió

una tonta notita en una estampilla

de una cerveza.


Al final del día, ya bajo la lluvia,

palmoteo por aquel encuentro casual:

hasta luego.

sábado, 25 de abril de 2009

Una primera invitación.

Como hubiera querido que aceptarás
mi invitación a tomar café
o una simple agüita de hierbas.
Pero tu cara de espanto
no lo permitió,
cuando supiste
que lo iba a hurtar de
una funeraria.

Cien.

Uno, dos, tres, cuatro,
cinco, seis, siete, ocho,
nueve, diez, once…

Veinte, veintiuno, veintidós,
veintitrés, veinticuatro…
Treinta…

noventa, noventa y uno, noventa y dos.
noventa y tres, noventa y cuatro…
noventa y nueve,

Cien.

Que triste e interminable
es contar hasta cien,
para jugar a las escondidas,
si ya no estás para buscarte.

miércoles, 15 de abril de 2009

Falta algo para concluir.

Quiero escribir notas que sientan mis manos.
tomar la poesía como una orgía,
conjugar verbos, sustantivos y adjetivos
en oraciones.

No olvidar el extraño placer
de conquistar con la punta
del lápiz,
hojas en blanco, de líneas o a cuadros.
Y que en ellas los cientos de borrones y
rayones no son una derrota,
sino un camino para dibujar las últimas letras.

Pero falta algo, -y no es aquello
que culmina con el fatídico
punto final de la gramática-, es el
sentir, ver y oír, cómo las palabras
se revuelven en tú voz e infatigables
silencios.

martes, 7 de abril de 2009

Una batalla.

Voy establecer una estrategia,
una táctica, una batalla, para defenderme
de mis enemigos.
Voy a batirme en duelo con los
antipáticos mosquitos que conspiran
en mi contra, y que me clavan su aguijón en lugares insospechados
cuando la noche cae;
emboscaré a los moscas cuando usurpen mi espacio;
con las polillas camuflaré naftalina entre mis prendas.
Perseguiré a las odiosas pulgas,
siguiendo el rastro de sus minúsculas huellas.
Al fin de cuentas, sólo me estoy defendiendo.
¡Ha!, y por si acaso, no apagaré la luz
en la noche para que no me sorprendan.

jueves, 2 de abril de 2009

Epístola


A mis padres que nunca supieron que podía escribir cosas absurdas (Q.E.P.D). Y a mi hermano William por seguir tomando café negro conmigo en tardes de política y fútbol.


Al rededor de una taza de café pueden pasar muchas cosas, siempre quise saber el porque me gustaba tanto y porque me niego a dejarlo. No pretendo hacer una consigna a favor de ella, o autoproclamarme en su más acérrimo defensor, nada de eso. Pero creo que todo comienza, y la respuesta está enraizada en el pasado, en los cientos de recuerdos que se han quedado pegados en mi cabeza.

Precisamente son los recuerdos, los relatos de la infancia, en donde muchas cosas empiezan a tornarse en explicaciones para el presente: el pudor de no mostrar el cuerpo desnudo, de callar cuando se come, de lavarse las manos, de tener fe, y de ver morir lentamente nuestras fantasías. Pero todo eso sólo lo sabemos, algunas veces, hasta cuando estamos un poco “adultos”.

Entre tanto, y para no olvidar mi frenética búsqueda, pienso en las primeras tazas de café, y creo que ellas se quedaron en el paladar y en los humeantes cigarrillos de mi viejo, en sus historias un poco juglarescas, del antipático Napoleón, de la conquista de Roma, pasando por los palenques, las guerras de independencia, la violencia bipartidista colombiana, incluso la aburrida época colonial. Cientos de narraciones que no se entendían porque eres un niño, y sólo quieres jugar a las canicas y a ser un avión.

Otra taza de café negro, y más palabras raras y personajes “triviales” que no entendía, que se acompañaban para ser escuchados entre los Panchos, los Visconti, y uno que otro tango; debo admitir algo: ¡ellos me caían mal!. Cómo olvidar las “insulsas” historias del viejo sobre un tal Bolívar, Marx y Mao a los estudiantes de la pública, que querían su revolución y no sabían que ello era una gran mentira.

Otra taza de café negro y más tabacos humeantes. Más simples palabras: eres católico, apostólico y romano, tienes una fe, un credo y partido. Todo eso se desperdigaba en los labios de la vieja Emma, que como cualquier madre, siempre quiere lo mejor para su hijo. Pero con el pasar del tiempo, estas cosas se van profanando y te conviertes en un impío, y sigues pensando en otras cosas más relevantes como el fútbol.

Nuevamente los boleros silencian las tardes de TV, y la atmósfera de la casa se inunda por éstos. Mientras tanto las discusiones más absurdas sobre las libertades, el Presidente de turno, sobre las mujeres, y el clásico del domingo entre los dos equipos de la capital se enconaban entre odios y amores. Pero la vieja se empeñaba con vehemencia en sus argumentos y yo en los míos. Creo que ya han pasado cientos de taza de café negro.

Ahondando un poco más en los recuerdos, creo que ya voy allanando el camino de mi incertidumbre. Más tazas de café negro, pero ahora ya no hay más tabacos encendidos, pues ya habían dejado su huella hasta en el más pequeño lóbulo pulmonar de la vieja. Aun persistían las tardes de amenas disputas, ya no importaba si eras de izquierda, derecha, azul o rojo, si odiabas o amabas, cualquier excusa era perfecta para acompañar el café negro; tardes enteras al son de más boleros, y de lecturas de Tomás Carrasquilla para que ella durmiera y descansara en algo su dolencia.

No obstante no podía faltar el reiterado e impugnable odio de la vieja por García Márquez, pues según ella, no se podían decir muchas veces la palabra culo y mierda, en un mismo libro como cien años de soledad.

Ahora bien, y persistiendo en lo implacable de la memoria, y en lo selectiva que ésta se convierte, puedo decir que no vive entre hadas y gnomos, entre payasos y bufones de la corte, sino entre miles de taza de café negro, y que en ellas se esconden sin expiación alguna cientos de amores, odios, boleros y uno que otro tango.

¡Bienvenida sea otra taza de café negro, pero sin azúcar!

sábado, 28 de marzo de 2009

Un barco de papel: para alegrar tus días de lluvia.

Cuan increíble puede ser un barco de papel. Se construye en una simple hoja y tiene su propio diseño. No es tan sofisticado como otros que se hacen en materiales más resistentes y modernos, los cuales necesitan de superficies más limpias para navegar y que no rompan con su estética.

Un barco de papel únicamente necesita de unos pequeños dobleces, a veces no le urge una medida o cuadratura exacta que le permita navegar, pues sólo requiere de un pequeño empujón de una corriente de aire suave.

Puede navegar en una tina o en un charco. También puede suceder que éste navegue sobre una corriente de agua dejada por una monumental lluvia. Una corriente que lo traslada vertiginosamente a la hendija de una alcantarilla, en donde finalmente ha de hundirse entre otros desechos y papeles. Sin embargo, antes de su futura extinción, deja en el alma de su creador un pequeño gusto por haber sido, por unos minutitos, capitán de un gran navío.

viernes, 27 de marzo de 2009

Lumbalú: de un ritual fúnebre de San Basilio de Palenque:

Los cantos negros suenan,
lágrimas, lamentos,
manos cubriendo el rostro,
vasos de agua; el féretro
impávido ocupa su lugar.

Dolor, sufrimiento, angustia.
El cuerpo ha dejado el mundo terreno;
el pechiche y su tamborero
anuncian su partida,
entre altares, cirios
y rezos.

Así como el Lumbalú se celebra,
he decido hacer mi propio
pregón, entre bailadoras
y sus movimientos de vientre,
para que mis recuerdos
sean sepultos con decoro.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Unas palabras de Baudelaire.

EL APARECIDO

Como los ángeles de fiera mirada,
Volveré a tu alcoba
Y me deslizaré hasta ti sin ruido
Con las sombras de la noche;

Y te daré, morena mía,
Besos fríos, como la luna,
Y caricias de serpiente
Arrastrándose en torno a una fosa.

Cuando llegue la lívida mañana,
Encontrarás mi lugar vacío
Y hasta el anochecer seguirá frío.

Como otros por la ternura,
En tu vida y en tu juventud,
¡yo quiero reinar por el terror!

Y largas comitivas fúnebres, sin tambores ni música,
desfilan lentamente en mi alma; la Esperanza,
vencida, llora, y la Angustia atroz, despótica,
sobre mi cráneo inclinado enarbola su negro estandarte.

EPÍGRAFE PARA UN LIBRO CONDENADO

Lector apacible y bucólico,
Sobrio e ingenuo hombre de bien,
Tira este libro saturnal,Orgiástico y melancólico.
Si no has estudiado retórica

Con Satán, el astuto decano,¡tíralo!,
no entenderías nada,
o me creerías histérico.

Mas si, sin dejarse hechizar,
Tus ojos saben hundirse en los abismos,
Léeme para aprender a amarme;

Alma singular que sufres
Y vas buscando tu paraíso,
¡compadéceme!... si no, ¡te maldigo!

Ch. Baudelaire.

sábado, 21 de marzo de 2009

Cosas que pasan

Para Aidaluz, quien ha sabido vencer sus demonios…

Permitiré que las lozas de mi casa me conozcan,
Gozaré del té, las galletas, y el pan calientito
del desayuno y la merienda.
Haré de los días recetas espléndidas;
Jugaré a ser desquiciada y haré
de trozos de tela vieja y enmohecida, muñecas
esquizoides listas para sorprender a la vida.

Daré a conocer mi aberrante expresión
Cuando no pueda contar más de diez.
No negaré nunca más que los números
me odian y yo a ellos. También dejaré
saber que el frio no es mi aliado,
y que en ocasiones, no resisto las tardes de sol.

De vez en cuando no negaré que siempre
llevo a hurtadillas en mi cabeza,
frases inconexas y trágicas del futuro
cercano y lejano; ahora que ya sabes algo más,
¡Hasta pronto!

La política y sus desencantos: perteneciente al baúl de las cosas que odio y amo al tiempo.

Mentirosa, falsa, hipócrita, blasfema,
socarrada, ¡no más mentiras!
Anuncio que te destierro, que el otro
ya no me importará.
Qué más da salirse o entrar, repensar
o debatir, qué más da asumir una posición,
si a nadie importa lo podrida que estás.

Favores pagas cual prostituta,
mas ella tiene decoro y no niega su oficio.
En tus principios lo público es basura,
y llenan de honestidad y nobleza
los bolsillos de los más dignos hombres.

Has olvida la cara del que aun cree,
del que tiene esperanza, que espera
la presencia benigna de Dios para que
tus hombres cumplan su palabra.

jueves, 19 de marzo de 2009

No hay razones.

A la querida Diana M.S, que entre sus poemas y palabras se reconoce a si misma, y a otras mujeres que no son escuchadas.

Deja que mis manos se impregnen de escritura, poesía y pintura,
deja que mis oídos se ensordezcan de música y cuentos.
Deja que mi cuerpo se encalambre y se canse por el baile,
deja que mi piel sienta la lluvia, y que mis ropas
se mojen sin temor a que enferme.

Deja que mi voz se oiga,
que pueda decir palabras de amor o reclamo;
deja que yo pueda decidir mi sexo, maternidad,
o quizás la soledad; deja que yo pueda conocer
a otros u otras, con los cuales compartir el lecho.

Déjame contar mis historias y relatos,
de lo que fui y lo que soy.
No niegues mi existencia, y
¡jamás vuelvas a golpearla¡.

martes, 17 de marzo de 2009

Costumbre.


A veces nos acostumbramos tanto, que cualquier cosa ya no nos sorprende. En ocasiones la muerte es un número más que entra a los registros para ser olvidada. La violencia nos enferma:


En la autopsia se hallo el cuerpo de un hombre adulto con trauma por proyectil arma de fuego (PAF) y múltiples lesiones contusas y abrasiones en cabeza. A la exploración interna se halla fractura de cráneo y laceración encefálica por PAF, lesiones aptas para causar la muerte.

En cavidad torácica y abdominal no se hallaron lesiones circulares, como tan poco alteraciones anatomopatológicas. Durante el examen externo llamo la atención que se encontraron lesiones circulares completas e incompletas en el cráneo (quiere decir esto, que con la punta del cañón del arma, el individuo fue golpeado en la cabeza en repetidas ocasiones).

En la exploración de los músculos del cuello y cara, se hallaron hematomas en músculos de cuello derecho e izquierdo que se extiende hasta la región submentoniana, la cual está fracturada en dos partes, al parecer, por golpes de un arma contundente.

CONCLUSION PERRICIAL 1: En el contexto de la información aportada y los hallazgos de necropsia, se trata de un hombre adulto que muere por el impacto de un proyectil de arma de fuego en el cráneo.

CONCLUSIÓN PERICIAL 2: El nombre de la victima se desconoce. No hay dolientes.

lunes, 16 de marzo de 2009

¿Sabes algo de mí?

Para la querida Alejandra Muñoz Bodnar…no temas escribir.


¿Debo enumerarte nuevamente quién soy yo?
Sólo te lo repetiré una vez más,
para que cuando lo vuelvas a ver, no te tome por sorpresa:

a. Soy una idiota que lee al revés historias sin sentido,
de hadas y gnomos,
b. gozo tener libre mis pies del suplicio de los zapatos,
porque me gusta que ellos conozcan la superficie
del suelo,

c. amo los títeres, los cuentos y las expresiones exageradas,
d. soy una vieja enemiga de lo común, y lectora insaciable
de cartas de papel.

Pensando mejor lo que te acabo de enumerar, me doy cuenta, y te puedo afirmar,
que ya no te necesito.


viernes, 13 de marzo de 2009

Un día cualquiera

Deja que tus prendas caigan en la cama,
que cada una de ellas se mezcle entre las sábanas,
que tú sonrisa nerviosa se note por tú desnudes,
y tú cuerpo tembloroso se agite por mis manos.
Permite que tú pecho se estremezca,
que se hinche por el roce de mis dientes,
que tus piernas se suelten y tú ombligo se muerda,
que el vacío entre en tú sexo húmedo y dilatado,
que el sudor sea una promesa para compartirse,
que el tiempo no importe, que las palabras
sean dichas sin pudor, y los labios se rompan.

lunes, 9 de marzo de 2009

En defensa.

Por fortuna me di cuenta que sabía escribir cosas insensatas.

Mi única arma de defensa ante ti,
no es borrar de mi memoria
las flores que te regalaba,
ni las gomas de mascar que compartimos,
ni las palabras que pude escindir
de los libros de historia para verte en mi pasado.

La única manera de defenderme es escribiendo
en servilletas y en bolsas de papel,
en las que llevo el pan de la merienda.
Ahora me doy cuenta que por
estas cosas me dio por la poesía que odiaba,
y que sólo me resta seguir en mi trinchera de libros,
mandándote bombazos de palabras.

Cosas de niños.

Adivina adivinador

Un problema de grandes magnitudes tuve ayer,
fue increíble lo que pasó. No pude saltar cuerda,
ni tampoco fui capaz de mantener el equilibrio en la bicicleta,
ni pude volar mucho en los columpios del parque.

Y pensar que en mis cortos diez años de vida y
del quinto año de primaria, creía haber aprehendido todo.
Pero la verdad no fue así. Le tengo miedo a las alturas,
soy torpe para las rondas, la velocidad en la bici me estremece,
y en el juego de canicas siempre pierdo.

Pero cuando estás junto a mí, con tu jardinera azul,
tú lonchera de Winnie Poo, y tus medias blancas que
se te caen siempre hasta los tobillos, pierdo mis miedos;
soporto el dragón que vive debajo de mi cama,
y la oscuridad es cuestión de niños pequeños.

jueves, 5 de marzo de 2009

Una confesión.

Te voy a confesar algo que no vas a creer,
que de pronto te sorprenda cuando lo sepas:
me gustan las galletas con te o con café,
me gustan las chiquitas y redondas,
las de formas, las inglesas y las alemanas.

Ahora que sabes mi gran secreto

puedo confesarte otras cosas:
me gustan las flores moradas
y las amarillas de los jardines,
y me las robo para verlas en tus manos
y sacarte una sonrisa,
lo siento, te dije mentiras,
si he acabado con cientos de jardines,

también he mentido,

cuando te dije que no trabajé en un circo,
y lo hice porque me avergonzaba
que supieras que era un triste payaso,
de esos que se les pintan lágrimas,
y tienen una flor marchita
en la cabeza a manera de sombrero,

otra cosa más, tengo miedo,

porque ya se me acabaron las ideas
para escribir y denunciar ante los ebrios,
los payasos, y la poesía que te intenté odiar,
pero nunca fue posible hacerlo,
y que al final tuve que sacarte de la caja negra
para recordar tus pasos entre los carros y el esmog.

sábado, 28 de febrero de 2009

Caminata


Para Anita que a pesar de todo sigue bebiéndose la vida…sigue adelante en tú andar…que estas palabras te sigan llenando de vitalidad…

¡Vamos¡ caminemos y tómame de la mano; mientras andamos miremos al perro de la calle, sus pulgas y costillas que se le cuentan por la escasa comida que consume. Miremos al “desquiciado” que vive en su mundo, en la basura, y en el frío pavimento de las avenidas.

Miremos el graffiti de las paredes blancas, saturadas de tantos mensajes de amor y desdicha, pero que ya nadie lee. Miremos los árboles marchitos que dejan en sus últimas hojas tú nombre.

Miremos a la mosca solitaria que lucha por abrirse paso entre los carros; a las prostitutas y sus coloretes relucientes; también miremos a la gente que corre sin mirar, y que ignoran que arriba de sus cabezas, en los edificios altos, ocurren cosas sorprendentes.

Miremos juntos al estudiante taciturno, a las telarañas que todos ignoran en la cafetería en la que tomamos el te, a los miles de chicles que están atados al suelo, y a los gatos que se aparean en el tejado de tú casa.

Finalmente… ¿Sabes qué es lo más especial de todo esto?

Que tú y yo nos conocimos.

martes, 24 de febrero de 2009

Algo de Baudelaire. El alegre muerto: De las flores del mal


Quizás como diría Baudelaire, a veces hace falta desprenderse de lo sereno y bucólico, para comprender otras cosas que nos negamos a ver y que hacen parte de la esencia de las seres humanos.

El alegre muerto

En la tierra arcillosa que invadió el caracol
cavaré con mis manos una fosa profunda
donde quepan mis huesos, donde pueda dormir
olvidado, igual que el tiburón en el mar.

Yo destesto lo mismo testamentos y tumbas,
y prefiero a implorar mientras vivo una lágrima,
invitar a los cuervos a que sangren feroces
hasta la última fibra de mi inmunda osamamenta.

¡oh, gusanos, amigos negros, sordos y ciegos,
recibid a este muerto siempre libre y jocundo;
regalones filósofos que vivís de la carroña,

devorad insensibles a mis despojos, decidme
si sabeís si aún esperan más torturas a un viejo
cuerpo falto de su alma que está muerto entre muertos.

Ch. Baudelaire

Un Simple Beso


Un beso lento, pausado, a veces con pocas pretensiones de ser una gran cosa, ocultaba en su desarrollo pequeños suspiros, y de vez en cuando algunas corrientes frías que bajaban por toda la línea media del cuerpo, y se alojaban en la grupa de ella.

En ocasiones cuando sus labios se encontraban, los besos podían ser tibios y cálidos, otra veces fuertes y audaces. Los primeros tomaban su tiempo, exploraban el contorno con sutileza y se suspendían en pequeños instantes.

Los otros, más audaces y fuertes que los primeros, se topaban en la liquidez del tiempo, pues siempre eran más rápidos y cambiaban de posición abruptamente, sin embargo, existía una sincronía sellada por el cruce de una mirada fuerte y penetrante que decía muchas cosas y a la vez nada.

Instrucciones para un postre (pensando en Cortazar y sus Cronopios)


Para la Maga que sabe como enseñar, y a Julio por crearla.

Toma unas moras y fresas bien frescas, de aquellas que sólo se dan en temporada de cosecha. Selecciónalas cuidadosamente y quítale las hojas que cuelgan de sus cabecitas como si fueran un sombrero. Recógelas en un recipiente de cristal, llévalas a lavar y deja que el agua las recorra a cada una de ellas.


Durante este proceso, asegúrate que tus manos y las yemas de tus dedos, sientan los pliegues y puntos redonditos de las frutas. Toma una por una y repite el procedimiento. Si gustas, puedes tener una entre los dientes y pellizcarla lentamente hasta que su jugo se quede en tu boca.

Luego de hacer esto, busca una vasija con agua y la dejas en el fuego hasta que burbujee; cuando el agua esté calientita, vierte las fresas y las moras, pero hazlo suavemente para que no se vayan a estropear. Una vez realizada tan increíble operación, toma un poco de canela en astilla y parte una porción moderada. Siente como su fragancia se adentra en tu nariz implacablemente; cierra los ojos para mayor efectividad.

Agrega un poco de azúcar morena y algo de vino tinto y añádelos a las frutas. Deja el fuego en medio hasta que ellas se aderecen con los olores y vapores de la mezcla que preparaste. revuelve lentamente cada tres o cuatro minutos, y no desprendas tu mirada hasta que esté lista.

Una vez esté el aderezo, toma un plato pequeño, de esos de postre, agrega algo de azúcar sobre los bordes, para ello puedes humedecer el contorno con algo de naranja para que ésta no se desprenda. Sirve el almíbar, y cuando lo hagas, agrega algunos clavos de olor y canela sobre los lados.

Llévalo a la mesa, y allí siente su aroma deslizándose por el ambiente, como haciendo parte de tu cuerpo, el cual fue destilado por el vapor de la cocción: luego toma una pequeña cuchara con una delicada porción, llévala a tú boca, y siente en tus labios y papilas como se deshacen cada pequeño y simple sabor de las frutas; paladea lentamente cada instante y repite hasta que se consuma todo por completo.

P.D. Este tipo de aderezos deben ser preparados en compañía.

Si las cosas no fueran como son

Si tal vez Rimbaud te hubiera visto por la calle de la avenida, te hubiera susurrado cientos de cosas al oído, con el ánimo que tú estuvieras más cerca a él. Las mil noches en vela que había pasado escribiendo cada palabra de tú nombre, y de los rubores que salían de tú cara, por cada expresión que él quería decir, y que no aguantabas escuchar.

En ocasiones él pensaba en la manera en cómo hacerte saber, que su imperfecto cuerpo desdeñado por los años, sentía que tan solo un pequeño roce de tu piel blanca, que más se asomaba a una tez empapada por la anemia, hacía que su mirada se trastabillara en otras direcciones para contenerse, y no decirte que te extrañaba, y que sentía el peso de tú silencio.

Cuantas cosas más había de pensar, cuantas más había de sentir; como él hubiera querido explicarte que su estómago, se explotaba cada vez más con las palabras que cruzaba contigo. Un conjunto de sensaciones que ya no tenían explicación alguna, y que se convertían en súcubos que rondaban su cabeza por las noches, y en los momentos menos esperados.

Se preguntaba Rimbaud ¿Qué hacer?, ¿Qué decir? Escribir, pensar, encausar, permitir, callar, observar, escuchar, etc.; múltiples posibilidades, unas inciertas y otras más ampulosas, que no permitirían que sus súcubos lo abandonaran de una vez por todas. Ahora, sólo le restaba esperar y seguir en la copa del árbol de las letras, huyéndole a lo terreno y sólido, escapar por momentos de la liquides de la razón para zambullirse en la denuncia de su afecto.

sábado, 21 de febrero de 2009

Cosas simples

Para la amante secreta de Anaïs y sus laberintos del Minotauro...

Te voy a pedir un favor: enséñame a mojar una galleta de vainilla en una taza de leche sin que ésta se parta en dos…enséñame a contar hasta cien y a vocalizar para no decir torpezas…enséñame cómo mirar las estrellas que nunca duermen… enséñame a pensar sin pensar y a ver que el sin sentido también tiene sentido.

Te voy a pedir otro favor: ¡sigue viviendo¡

jueves, 19 de febrero de 2009

Melancolía

Para nadie en especial…sólo para mí.

La melancolía me atrapa, ha desdibujado mi alma quebrantando todas las leyes de la razón; siempre trastornada por la tristeza y la desdicha, me persigue hasta hacerme arrodillar y estremecer en el pavimento de la ciudad.

Quiero escapar de ella, dejarla atrás, no volverla a mirar. Conocer otras fronteras en dónde ella tan sólo sea un espectro de los sesenta meses en que me trató de atormentar. ¿Hasta cuándo podré dejarla?

He querido huir en las páginas y las letras, en el vacío y la música, pero ella se empeña en seguir allí con su tétrica sombra, mas yo sé que algún día la miraré nuevamente, y la pondré en una jaula del tiempo perdido para que nunca más me vuelva a seguir.

lunes, 16 de febrero de 2009

Esperanza: perteneciente al baúl de las cosas que odio y amo al mismo tiempo.

Me voy a permitir esta tarde odiar la poesía. Odiarla hasta el delirio, aborrecerla y negar su existencia; no voy a permitir que describa la vida con otras palabras, que llene de sentido el amor y la muerte.

La voy a odiar de manera implacable por decir cosas frustrantes y bellas, por calcular la rima y la métrica que no conozco; la voy a odiar por enredarse en palabras selectas, y por hacerme creer que el mundo es diferente a como lo veo.

La voy a odiar por aquellos que la escriben y sienten placer en hacerlo, y no se dan cuenta que es una esquizofrenia; voy a desterrarla por no dar las claves del disfrute de la vida, y por hacerme creer que Whitman tenía razón.

Maldita, mil veces maldita por llevar versos que enamoran y frases simples que empalagan; y finalmente la voy a odiar, por tener siempre la esperaza de ser leída y compartida junto a otra persona como tú.

Unas palabras para compartir de Luis Alberto de Cuenca: El desayuno, De "El hacha y la rosa" 1993

El desayuno

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más,
tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno»

Luis ALberto de Cuenca.

Las tumbas

A Lina Margarita quién aun cree que se puede hacer algo….y desea librar el mundo de los demonios…


Las tumbas están abiertas, la chamusquina quemada ha dejado su huella…los persiguieron, quemaron, cortaron y los refugiaron bajo la tierra.

Pero ahora ya abiertas, los hombres verdes niegan todo y la verdad sale a medias; el príncipe, la corte, y los lacayos hipócritas no bajan la cabeza por vergüenza.

Maldita estupidez, infames todos nosotros por acallar y permitir; pero que más se puede pedir a los habitantes del noveno circulo del infierno, que aun creen en las bondades de los guantes de la derecha y de la izquierda.

martes, 10 de febrero de 2009

Locura.


A mi hermano el cazador de sueños…


En algunas ocasiones cuando puedo recordar mi infancia, llegan a mis pensamientos las cosas que me sorprendieron. Desde los viajes a la luna, las gotas de agua que hacen ondas en un charco cuando hay lluvia, la putrefacción de un animal carcomido lentamente por un ejército de larvas, hasta la primera vez en que fui llevado, sin saber porqué, a un lugar en el que se guardaban los recuerdos, y objetos de las personas en estantes de cristal. Qué puedo decir de aquel día, en verdad son muy escasas las letras y las palabras que se pueden soltar, para explicar lo que pude ver más allá de los soliloquios de erudición de los adultos.

Bien sea una mística sensación, o una simple locura pasajera, pero el sólo hecho de haber atravesado el dintel del inmenso panóptico, me transportó a otro lugar del cual nunca había oído hablar. Tal vez, como ocurre en cientos de oportunidades, la extrañeza ante lo diferente puede llegar a ser muy provocador o sugestivo. Pasillos largos, paredes altas y blancas, coloreadas por luces amarillas, que se descolgaban del techo me dieron su bienvenida.

Muchas lecciones sobre mis antepasados pueden regurgitarse, sobre sus leyendas y héroes. Pero mi amigo el cazador de sueños, no dijo mucho al respecto, pues permitió que mis preguntas lo atacaran de vez en cuando, y sólo se dedicó a responderlas con voz pausada. Y en verdad fue lo mejor, pues fue la posibilidad inexorable e implacable de poder soñar el mundo de los adultos de otras formas.

Es el poder creer que existen buques de papel, que un petroglifo es un recado que alguien dejó a su mamá para avisarle que llegaba tarde, que un museo no es la casa de juegos de personas que buscan tener memoria, sino un lugar en el que las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia existen, y el Yurupari juega escondidas con Pedrito Claver y los cimarrones de San Basilio.

Ahora, un poco alcanzado por los años, y viviendo en el mundo de los hombres grises, soy conciente que no se puede pender siempre del hilo de la lógica y la razón, que prefiero saltar charcos que no existen, subir paredes invisibles y ser un Cronopio honorario.




domingo, 1 de febrero de 2009

Unas palabras del Viejo Whitman

¡ADIÓS, FANTASÍA MÍA!

¡Adiós, Fantasía mía!
¡Adiós, querida compañera, amor mío!
Me voy, no sé adónde
ni hacia qué azares, ni sé si te volveré a ver jamás.
¡Adiós, pues, Fantasía mía!

Déjame mirar atrás por última vez.
Siento en mí el leve y menguante tic tac del reloj.
Muerte, noche, y pronto se detendrá el latir de mi corazón.

Durante mucho tiempo hemos vivido, gozado, y acariciado juntos, en deliquio.
Ahora hemos de separarnos. ¡Adiós, Fantasía mía!

Pero no nos apresuremos.
Largo tiempo, ciertamente, hemos vivido, dormido, nos hemos
mezclado el uno con el otro.

Si morimos, pues, moriremos juntos (sí, continuaremos siendo uno),
si vamos a algún sitio, iremos juntos a afrontar lo que ocurra:
quizás seremos más libres y alegres, y aprenderemos algo,
quizás me estés ya guiando hacia las verdaderas canciones, (¿quién lo sabe?),
quizás eres tú el mortal pomo de la puerta que deshace, gira...
Finalmente, pues, te digo:

ADIÓS! ¡SALUD, FANTASÍA MÍA!

Una reflexión: El trabajo y la razón instrumental.

El trabajo y la razón instrumental.
***
Introducción.

Los aires de la revolución francesa llevaban consigo a la razón, aquella que sólo existía en los proceso de transformación de lo real, en la libertad del individuo, emancipación que se traducía en la capacidad de los seres humanos para poder disponer de la realidad y del mundo, el cual se iba adaptando a las crecientes necesidades del hombre.

El hombre fue modificando el mundo a través de la invención de maquinas a vapor, locomotoras, flotas marítimas, etc., fue abriendo paso a la propiedad privada y la acumulación de capital. Nuevos horizontes se veían, las antiguas economías feudales fueron abandonadas poco a poco, para dar camino a un nuevo sistema económico; los “mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura…desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a un segundo término a todas las clases legadas por la Edad media[1]”.

Tales procesos fueron estructurando a la razón como algo instrumental, en donde el ser humano podía determinar en cada caso qué medios eran necesarios para alcanzar un fin cualquiera. La razón fue identificándose con lo civilizado, con el progreso, con la dominación técnica de la naturaleza; la razón fue perdiendo su contenido original, la emancipación del individuo estaba cada vez más en duda, el ser humano ya no estaba en una posición digna y valorada.

La sociedad actual no escapa a estas consideraciones, en ella aún se sigue presentando una razón instrumental, tal ves sea un poco categórico afirmar esto, sin embargo, estas cuestiones me permiten plantear como hipótesis, que la evolución del capitalismo en su modo de mejorar la producción en corto tiempo, en las formas de organizar el trabajo, la trasformación de valores, la manera en que se concibe el tiempo, el trabajador y las relaciones cara a cara, son producto del “capitalismo flexible”, de una razón instrumental y del servicio del conocimiento a favor de los medios de producción dominantes.
***

Daniel Defoe, en un bello epígrafe consignado en “los versos satánicos”, escribe que “Satanás, relegado a una condición errante, vagabunda, transitoria, carece de morada fija; porque si bien a consecuencia de su naturaleza angélica, tiene un cierto imperio en la líquida inmensidad o aire, ello no obstante, forma parte integrante de su castigo el carecer…de lugar o espacio propio en el que posar la planta del pie”.

Tal angustia de un diablo errante, vagabundo, caído en desgracia, y cuyos valores de honradez, verdad, lealtad, confianza, etc., no volvieron a ser los mismos, y dieron como resultado que se castigara a este ser angélico enviándolo a un suplicio eterno en el cual no consigue gozar de un espacio fijo ni de la tranquilidad necesaria para poder descansar; del mismo modo este tipo de cosas ponen un punto de acento en el hombre, en aquel ser del mundo actual que tampoco, al igual que diablo de Defoe, puede tener la certidumbre de su futuro ni de cómo van a ser las relaciones con sus otros congéneres.

Pasando a un plano más concreto o “real”, si se le puede llamar de esta forma, aquella angustia del hombre o del demonio es consecuencia del cambio de la sociedad en relación a las maneras en que se organiza, piensa y produce, una transformación producto de los diferentes procesos sociales, culturales, políticos y económicos. Si embargo, tales cambios, siguiendo a Horkheimer, son el producto de una sociedad que ha estado bajo la represión y la no existencia de individuos libres.

La represión y la no libertad de los individuos pueden ser entendidas en las nuevas configuraciones del trabajo, en el capitalismo flexible. Este es algo más que una simple variación del antiguo capitalismo, es una condición en el que el trabajador es exigido en el avance de tareas y comportamientos ágiles, asuma riesgos y esté dispuesto a enfrentar cambios.

Junto a estos cambios, el carácter, (una gama de características personales que son estimadas por los individuos mismos y se espera que los demás lo valoren de las misma manera, los cuales, siguiendo a Sennett, pueden ser valores como la lealtad, el compromiso con otros, la búsqueda de objetivos alargo plazo, etc.) es alterado, pues se transforma “el aspecto duradero a largo plazo, de nuestra experiencia emocional”[2], que permite que estos valores se consoliden en las relaciones laborales.

Ahora el desapego y la cooperación superficial, remplazan los valores de lealtad y servicio, y esto gracias a que el mundo actual se rige por la consigna “nada a largo plazo” que desorienta la acción planificadora de las personas, disuelve los vínculos de confianza y compromiso en donde el cuestionamiento del tiempo es más reiterado que nunca, ya que se fue convirtiendo en algo flexible y que debía ser manejado por las personas; anteriormente tales circunstancias eran diferentes, puesto que existía una estructura burocrática que racionalizaba el tiempo, una “jaula del tiempo” dirá Sennett citando a Weber. Hoy las personas aparentemente son dueñas de su tiempo, gozan de mayor “libertad” para disponer de sus espacios, empero, este manejo es de disponibilidad, es decir, de estar disponible a cualquier momento que se necesite, de estar supeditado a las disposiciones de la empresa.

Con todo esto, el ejercicio del control de los empleados también ha cambiado a otras formas, ya no se necesita de formas burocráticas rígidas para hacerlo, se han abandonado las estructuras piramidales, dando paso a las redes de flexibilidad y estructuras flexibles de control y poder. El aparente autocontrol del tiempo es un mero espejismo, ya que por medio de los ordenadores, los teléfonos móviles, el correo electrónico, etc., el trabajador es vigilado en sus tareas. Una expresión más de coerción, de represión de las actividades humanas.

La reducción del tiempo de trabajo y su autocontrol, que en principio, y de manera aparente, tiene como objetivo mejorar las condiciones de trabajo, no son sino una prolongación de la jornada laboral, aunque ésta se desarrolle dentro de los mismo límites del horario, aumenta la cantidad de trabajo, pero no el tiempo para llevarlo a cabo, ello acarrea que las personas obtengan los mismos ingresos por más actividades y desmejoren su calidad de vida, y sin embargo, y como paradoja, optimizan la producción y aumenta el poder del capital.

Dentro de este contexto, se pretende que el trabajador actué en forma colectiva, pero dichas actividades no superan más allá de un simple trabajo en equipo, pues como anotaban Chanaron y Perrin, aun se evalúa el trabajo y la producción de manera individual, elementos que se evidencian en el salario del trabajador. Igualmente en consonancia con Sennett, Armstrong afirma que las decisiones importantes sobre la producción siguen concentradas en las manos de la dirección, “el trabajador es simplemente reciclado hasta el punto que pueda realizar operaciones revisadas….”[3].

Las operaciones repetidas en la producción son conocidas por todos los trabajadores, pero tan solo algunos de estos puede dar cuenta de qué lugar ocupa, de cuál es su función en el engranaje de su sitio de trabajo, el resto de personas se limitan a repetir tareas y seguir operando una máquina, sin ser concientes de su labor.

Las cuestiones tratadas hasta aquí permiten observar que el “nada a largo plazo” hace que la experiencia sirva de poco, que nada este seguro en el actual mercado mundial y laboral, que cada proyecto que se intente llevar a cabo debe ser a corto plazo, significando esto que las personas pueden ser prescindibles independientemente del trabajo que halla realizado, dejando las puertas abiertas para que las personas, al igual que el Satanás Defoe, estén relegadas a una condición errante, vagabunda, transitoria, carente de morada fija, realizando en su vida diaria trabajo fragmentados, que aumentan la angustia por no conocer el futuro.

En resumen “el nada a largo plazo” corroe la confianza, la lealtad y el compromiso mutuo, puesto que no hay tiempo suficiente para desarrollar vínculos sociales duraderos, todo es flexible. Dejando entrever que las modernas redes institucionales están signadas débiles relaciones sociales laborales, en el que priman asociaciones fugaces y menos conexiones a largo plazo.

Por otro lado, es evidente que los individuos en el tiempo actual son dominados por una razón instrumental, que sin duda alguna seguirá perpetrándose por largo tiempo en un mundo que ha perdido por el camino del “progreso” y el “desarrollo” la razón emancipatoria y la libertad; el hombre anda deambulando entre el aburrimiento, el dolor, el placer, una felicidad breve y una libertad aparente.

La libertad del hombre en estas condiciones no existe, ya que el trabajo, como forma original de la autorrealización de él, no es realizado voluntariamente, sino bajo la coerción, “es trabajo. Forzado y no constituye por lo tanto la satisfacción de una necesidad, sino sólo un medio para satisfacer necesidades fuera de él….por tanto el hombre (obrero) se siente libre en sus funciones animales tales como comer, beber, procrear”[4].

Sin embargo, y aunque el panorama sea un tanto angustioso, hay que apostarle a un sujeto activo, en términos de Giddens, un sujeto con agencia, con capacidad de decisión, constructor del mundo y de las estructuras que lo conforman, un ser reflexivo, que cuestione la información que le brindan los medios de comunicación. No es una misión fácil, talvez toque recurrir a filtrar la información para un puñado de personas, informándoles lo que se esconde detrás del gran muro, es una labor de paciencia y de espera, que depende de cada uno y nuestra capacidad de resistencia, de la manera en que se puedan crear las alternativas para construir relatos de identidad y de un nosotros, tal y como planteaba Sennett.
[1]MARX, Carlos. El manifiesto del partido comunista. . Colombia, El pentágono editores, 1990. Pág. 15
[2] SENNETT, Richard. La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona: editorial Anagrama, S.A. 2000. pág. 10.
[3] ARMSTRONG, Peter. “Trabajo y capital monopolista”. En: R, Hyman y W. Streeck. “Nuevas tecnologías y relacione industriales”, Madrid ministerio de trabajo, 1993, Pág. 190
[4] Marcuse Herbert. Razón y revolución. Altaza. Barcelona. 1994.p.237
Bibliografía

SENNETT, Richard. La corrosión del carácter. Las consecuencias personales del trabajo en el nuevo capitalismo. Barcelona: editorial Anagrama, S.A. 2000

ARMSTRONG, Peter. “Trabajo y capital monopolista”. En: R, Hyman y W. Streeck. “Nuevas tecnologías y relacione industriales”, Madrid ministerio de trabajo, 1993.

CHANARON, Jean-Jacques y PERRIN, Jacques. “ciencia, tecnología y modos de organización del trabajo”. En: CASTILLO, Juan José, “las nuevas formas de oganización del trabajo: viejos retos de nuestro tiempo”. Madrid, Edita Ministerio del Trabajo y Seguridad Social, 1998.
Marcuse Herbert. Razón y revolución. Altaza. Barcelona. 1994.

MARX, Carlos. El manifiesto del partido comunista. . Colombia, El pentágono editores, 1990
Horkheimer Max. Teoría critica. Amorrortu. Bueno Aires.

viernes, 30 de enero de 2009

Significados

Tomando un poco el ejemplo de Señor A. Bierce, quiero poner mis propias definiciones del mundo y de las cosas. (Para mayor detalle, ver el Diccionario del Diablo).


Azucena, Nombre científico o latino: Lilium spp. Nombre común o vulgar: Azucena, Lilium, Martagón. Familia: Liliaceae (Liliáceas). Con un linaje así vale la pena regalar una. Con un dólar se puede comprar una.

Autodefensas, Grupo elegido por la nobleza para proteger a la sociedad de fuerzas oscuras y malévolas. Pero en la actualidad ya no existen.

Desplazamiento, acción inexistente en Colombia. Ésta se ha cambiado por migraciones internas, pues se ajusta más al contexto actual de posconflicto.

Flores, Intento de regalar productos naturales, pero al final éstas se marchitan.// algo que se le pone a los difuntos y se le da a los vivos.

Israel, Pueblo elegido por Dios para ocupar el mundo así sea con negocios o la guerra.

Olvidar, Verbo que busca no recordar algún evento o persona, Colombia es especialista en este tema.

Palestina, Pueblo odiado por los elegidos de Dios.

Poeta, persona que describe en palabras la condición humana y su miseria.

Policía, persona que dice: “yo soy la autoridad” encarno al Estado y hago lo que se me da la gana.

Seguridad, cualidad que designa la conveniencia de dar protección al mercado y a los industriales. Ver historia de Colombia presidencias de Turbay (1978) y Uribe (2002…200?).

Sindicato, Organización malévola inspirada en oscuros pensamientos de igualdad y de respeto por condiciones laborales dignas. A veces su unidad de clase se rompe por dádivas.

Tortura, valioso método de persuasión para encontrar respuestas. Algunos grupos en América Latina son especialistas en estas tareas.

Tú, Segunda persona del singular, a la que se le interroga con preguntas y no contesta.

Yo, Primera persona del singular, que cree que el mundo es suyo y que se considera así mismo un superhombre, por ello se arroga el derecho de aniquilar cualquier especie.




martes, 27 de enero de 2009

La lluvia.

Cosas que se reacuerdan bajo la lluvia…

En algunas ocasiones las personas prefieren dejarse tocar por el agua que se vierte por las nubes, en otras oportunidades, casi siempre todos, prefieren tomar algo que los proteja, una sombrilla, un periódico viejo, una bolsa, una maleta de mano, etc.

Sin embargo cuando no se tiene nada a mano, las personas salen en desenfrenada carrera y tratan de ocultarse en cualquier sitio que les de techo. Pero en su huída, las pequeñas gotitas, como diría Cortazar, se estrellan contra el cuerpo del prófugo, y cuando menos este lo espera, toda su humilde humanidad ha sido empapada por completo.

Hay otros seres, que al ver que se aproxima un chaparrón, se sientan a espiar -bien sea por una ventana, o bajo un techo al aire libre- la lluvia hasta que ésta cese por completo. Dos cosas pueden presentarse para que se de este acto, uno por simple espera, y otro, por el deleite, casi inexplicable, de ver como cae la lluvia.

Sin embargo, hay otras personas más osadas que prefieren caminar mientras las gotas se desprenden de las nubes. No importa si la lluvia es ligera o fuerte, lo verdaderamente imprescindible, es que se pueda sentir como el agua se desliza por todo el cuerpo, claro está, que tal peripecia, en muchas ocasiones tiene un mayor disfrute si se ejecuta compañía del sexo contraio.

Se que puedo

Se que te puedo escribir esta noche,
se que te puedo amar esta noche,
se que te puedo besar esta noche ,
se que te puedo sentir esta noche,
se que te puedo oler y gozar
tu cuerpo esta noche,
pero cuando lo intente la cama ya estará vacía.

miércoles, 21 de enero de 2009

Jueves 2 de octubre

Al final las palabras si fueron de despedida…

Como no recordar aquel jueves de madrugada, era la primera vez que no estabas. Sobre la cama miraba la ventana por la que apenas cruzaban las primeras mirlas para cantar la salida del sol.

Desde allí recordaba tu mirada rutilante y profunda, desde la cual podías escudriñar las almas de los demás, era para ti como un juego de alquimia, de pasiones sin límites, de amores desbordantes, y de deseo incontrolable.

Siempre vestida de sepulcro y de colores desvanecidos para siempre, miraba con arrogancia la vida y a todo aquel que pudiera vulnerar su fortaleza, que se montaba sobre la ironía y el sarcasmo, el rencor y la soberbia, el amor y la locura. Era todo ello un frenesí.

Cuantas cosas hubiera querido decir, pero al final no pude. Fue preferible dejarte ir como siempre quisiste, con la mirada hacia arriba, sabiendo que cada paso quedabas era un lenta despedida.

Así te fuiste aquel día. Fue como si cada parte de tu cuerpo viejo y cansado, hubiera orquestado su final, tu gran final hacia el fuego o la carroña, fue como una despedida lenta y vibrante, en la que decías hasta siempre sin el más mínimo reparo por lo vivido.

martes, 20 de enero de 2009

Un seductor diario

Unas palabras de Gonzalo Arango, Nadaista colombiano

“A veces soy feliz, especialmente cuando amo. Dejo que la vida me pase por los ojos y me dejo existir con una pasividad que no hace resistencia al temor ni a la idea de morir. El espíritu de inquietud cede sus furores al silencio, y una especie de bruma adormece las impaciencias del alma.

Pero el amor, aunque es mi sentimiento más creativo, no puede ser nunca la imagen de un amor feliz. Tiene que ser, necesariamente, un sentimiento de turbación, de ruptura. Tenerlo a distancia para conquistarlo, en esa lucha radica su belleza. Poseer plenamente un ser es destruirlo. Así, un sol deslumbrante destruye la luz, sofoca la mirada y arruina el esplendor de los objetos. La posesión es mortal al deseo, le roba su encanto, su misterio, ese misterio que es la esencia del amor, su arma más seductora. Por eso, la mujer que oculta su identidad en un antifaz, es excitante hasta la locura: estimula nuestra pasión de posesión, nuestra pasión creadora. Su ocultamiento se abre como un desafío a nuestra sed de conquista.

La mujer, al entregar su amor, debe conservar para sí una zona inédita, de penumbra, ésa que el hombre descubrirá después de la posesión, que casi siempre deja en el espíritu un sentimiento de rendición y nostalgia.

Si en ese proceso de la conquista esa zona se ilumina con la plenitud, los amantes deben renovarla, crearle al cielo de la pasión una nueva estrella y una nueva distancia. Y así, el proceso creador del amor se hará infinito, y el sexo dejará de ser un reclamo transitorio del instinto, para convertirse en un poema de vida y atormentada belleza que sellará su duración, salvándose de las amenazas de la rutina y el tedio.

No proclamo la astucia y la traición que son armas fraudulentas del amor pueril. Quiero excitar a la mujer a una rebelión de su naturaleza para que se sacuda los complejos seculares de la burda dominación que la tienen sometida a un destino miserable de objeto erótico y justificador del egoísmo viril. Esta liberación será posible cuando la mujer decida romper las antiguas estructuras que no le permiten más alternativa que una fatalidad procreadora, y cuando abandone el coqueto narcisismo del eterno femenino, por cuya imbecilidad ha pagado un precio demasiado caro. Entonces sí será un ser humano, un espíritu creador de valores cuyo porvenir no sólo es el hombre, sino la Historia.

Todos amamos alguna vez, y fracasamos un poco. La experiencia, unida a la reflexión sobre los sentimientos, nos enseña a conocer la naturaleza del alma, que es compleja como el misterio del mundo.

El amor tiene dos enemigos mortales: la felicidad total y la desdicha total. Ambos, si se erigen en sistemas eternos de vida emocional, acabarán por destruirlo. Lo ideal sería una verdad de amor cuyo equilibrio radicara en un poco de certeza y un poco de duda; de posesión y de lejanía; de plenitud y ansiedad; de ilusión y nostalgia. En la síntesis de estos opuestos el amor encontrará su centro de gravedad, su energía y sus fuentes de duración.

—¿Por qué nunca dices que me amas?

—¿Para qué? Adivínalo. Si te lo estuviera recordando a toda hora te aburriría y dejarías de amarme.

Tenía razón. Con su silencio ponía en movimiento mi fantasía, me excitaba a una lucha con sus fantasmas interiores, me ponía a dudar, a padecer los terrores de la esperanza, o las dulzuras de la desesperación.

El único porvenir del amor es el presente, y merecerlo cada día. Pues el amor tiene la duración de las cosas efímeras: del día, de la ola, del beso. Su “eternidad” depende de ese movimiento continuo para que una ola forme a la siguiente, y el beso induzca de nuevo al deseo. Con este ritmo incesante el amor puede ganarse como una victoria para cada día, que es mejor que para toda la “eternidad”.

Esa es, en esencia, la naturaleza y el destino del amor: lo que nace, vive, languidece, muere, y constantemente resucita. Y su resurrección dependerá del milagro que no es otra cosa que la Poesía. Pero esta poesía no son versos, ni se refiere a idealismos despojados de carne. Esa Poesía es Vida, está hecha del cuerpo de los amantes, sus deseos, sus silencios, y de cada átomo de energía viviente.

El amor, esa efusión, no es un divorcio del cuerpo y del espíritu, sino sus bodas. No existe el amor carnal ni el amor ideal. Tales prejuicios son aberraciones de la moral. El auténtico amor, el puro amor, es la apoteosis de cuerpo y alma en la unidad viviente de dos seres triunfando sobre la muerte.

Digamos en su honor que el amor es un misterio, y que su única evidencia es que existe. Pues sin duda existe y aclara otros misterios con su poder revelador. A veces, en noches de desamparo y amargo ateísmo, en brazos de una mujer, he descubierto el rostro de Dios. Por eso para mí es sagrado, porque colma en mi alma los abismos de lo divino, la necesidad de un ideal que dé sentido a la vida y haga florecer la tierra. Pues Dios es todo lo viviente, sobre todo una mujer amada, excepto cuando carga el amor de cadenas, de servidumbres, para hacer de la vida un infierno.

Esos pensamientos que imprimo sobre el amor son la respuesta a una pregunta furtiva de una mujer burguesa. Ella quería saber si el amor era para mí algo espiritual o material. Yo le dije con sumo respeto:
—Señora, son las dos cosas, pero en la cama.

Como era célibe y puritana se escandalizó. Pero yo no tengo la culpa de que el rostro de la verdad sea, como en el amor, un rostro desnudo. Mejor dicho, dos rostros desnudos.”

Gonzalo Arango

lunes, 19 de enero de 2009

Tan sólo son palabras

Mis manos lentas sobre el teclado no dejaban de poner ideas sueltas sobre aquella página en blanco. Muchos me decían que era un espectáculo delirante enfrentarse a ella por vez primera; el no saber que escribir era algo que me aterraba, sin embargo, con cada punzada que daba a las teclas de aquella espantosa máquina de la tecnología, me llevaba a creer en lo maravilloso que era sentir éxtasis por cada palabra que se concretaba en oraciones que salían como burbujas de mi cabeza.

No era un simple ejercicio de escritura, era más que eso, era poner sobre palabras lo que había aprehendido en el libio de mi vida y de otros que había leído. Era escupir, vomitar, hacer presentes las emociones más bajas e insanas, vehementes y melancólicas, un juego de múltiples ensoñaciones, de juegos futuros, de deseos y anhelos.

Hacer todo aquello era sentir que mí mundo estaba vivo, que tenia mil cosas por contar y decir; hacerlo me dejaba escapar de una realidad que me absorbía a cada paso y que me dolía; encontrar entre las palabras un refugio a mi vida taciturna era un subterfugio y la mejor de las recompensas. El no poder seguir haciéndolo era como si me cortaran las venas que transportaban mi sangre roja y espesa, era enfrentarme de una vez por todas al baobab de Exupery.

Pero al fin de cuentas esto no había ocurrido, pues como lo había hecho el ingenioso principito, que se las había sabido arreglar para que ellos no demolieran su mundo, yo, al igual que él, insistía con paciencia para cortar cada raíz que intentará desvanecerme en el olvido y la miseria de mi paradójica existencia, que se debatía entre los dolores del alma y el júbilo.

A los deseos

¿Has visto las estrellas fugaces en el firmamento?
ellas son puntitos blancos hechos de plastilina que se sueltan
en las noches de claridad, buscando a alguien que les pida un deseo.

Cuando las personas las atrapan, las toman de la cola
y les susurran cosas al oído, y ellas salen despavoridas
a buscar sus cajas de herramientas de los deseos.

Una vez saben que necesitan, toman algo de allí y de acá,
un poco de esto y de aquello, y al terminar, miran donde poner lo prometido, y se sientan a esperar hasta que alguien lo reclame

Vete

Quiero sacarte de mi cabeza, de mi alma, de mi estómago,
gritarte putita, ramera de Sodoma, encarnación de Lilith,
pecadora, pero no puedo; en lugar de eso sigues aferrada
a mi columna, a mi carne, a mi cuerpo como una dulce
molestia sin la cual no puedo vivir.

Cuando

Cuando quise decirte muchas cosas no estabas, cuando pude encontrarte dentro mis recuerdos no estabas, cuando estabas no escuchabas, porque no estabas; ahora sé que te has ido, que ya no estarás, y que cada palabra que diga sobre lo que fuimos no la conocerás.

Si bien supiste como llorar, reír y amar, olvidaste hablar para decir cuando regresarías a mi lado, cuando dejarías las flores sobre la mesa, o quizás simplemente cuando repicarías el timbre de la puerta para saludar.

Sé que ahora no estas, sé que te has ido, sé que cuando vuelvas, seremos otros, pero siempre sabré que sí estarás para escuchar; que cuando menos lo crea, y menos lo espere, estarás allí parado sobre el camino en espera de otro encuentro.

Ausencia.

Para aquellas mujeres que aun caminan… A las madres que siguen buscando a sus desaparecidos, y que ya no sienten temor

Porque insistes en decir que no soy, porque insistes en decir que no puedo, que no tengo razón, que tú palabra es siempre adecuada, y la mía siempre desatinada. ¿Por qué ves enemigos dónde no los hay?

¿Qué debo hacer para hablar?, ¿a quién puedo preguntar?, si cada vez que lo hago me dicen que no existo, que si hablo no entro, que si entro debo callar. ¿Cuándo podré decirte que no soy la culpable? Miremos juntos el camino, y respóndeme con franqueza, ¿qué mal te he hecho yo?, si lo único que te pido es un poco de atención y que me dejes decir a dios a los que no han de volver.

Déjame de perseguir, no busques más, aquí estaré yo para verte a los ojos. Mi paciencia estará hasta el último halo de aliento que me quede. Puedes escindirme, desvanecerme, maquillar mis manos y pies con el tinte carmesí de mis venas, tomar mi cuerpo si lo deseas, poseerlo en la carne, pero no me tendrás.

Sólo quiero que me escuches, que me reconozcas, y no me niegues que existo, pues tú sabes que siempre estoy parada frente a tu ventana mirándote fijamente, en espera de alguna respuesta.


Las buganbil.

A la maga quien podía oler las flores sin preocuparse por ellas…

Me gustan las buganbil porque
ellas se agarran de las pequeñas ramitas de los árboles
hasta que deciden marcharse a explorar el espacio.
Es como una marcha sin retorno;
Una vez se sienten maduras y
más bellas y moraditas que nunca,
se sueltan vertiginosamente contra el mundo.

Al terminar su descenso y chocar lentamente contra el suelo,
construyen un tapete brillante y tupido;
Siempre altivas y bellas, unas más cercanas a otras,
pegaditas, juntitas, se sientan a esperar a morir sin color.
Pero cuando su bello deceso ocurre,
se dejan ir lentamente perdiendo su coloración
sobre el pasto o el pavimento,
diciéndole adiós al mundo y a Los ojos que las vieron nacer y morir

Sin palabras.

A la maga que nunca me dijo que hacer…

Porque no escribir, porque no pensar, ¿qué malo ha de ser?
Tal vez sea la redención de la carne, la gruta que se cierra y me atrapa
La melancolía que viaja desde lo más insana obscenidad hasta la más sórdida locura, que se trasforma anquilosa en miles de dudas.
Donde hallar la salida, nose, tal vez, quizás. ¿Hacia dónde dirigir la mirada que se pierde en el vacío?
Tan solo eran emociones atrapadas, en espera de respuestas
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