lunes, 4 de mayo de 2009

Silencios.

Estuve pendiente de tú mirada y de tus uñas carmesí.

Estuve al tanto de tus ojos y aretes negros,

también me fije en tú camisa,

en tus caderas, manos y calzones de rayas.


Te miré fijamente, y traté de adivinar tus labios.

Me reí contigo y de ti,

de los recuerdos pasados que no fueron pocos,

del café negro, y mi extraño sentido del sin sentido.


Gocé de tus insultos,

de tú religión y agnosticismo,

gocé escudriñándote con mi olfato;

traté de ser locuaz pero no pude,

pues tan sólo me salió

una tonta notita en una estampilla

de una cerveza.


Al final del día, ya bajo la lluvia,

palmoteo por aquel encuentro casual:

hasta luego.

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