lunes, 31 de agosto de 2009

Otro día más.

Hoy abrí los ojos, desperté entre centelleas de luz,
dicen algunos que la mañana fue clara.
El llano se había posado en mis ojos, su belleza era inquebrantable.
El sol yacía en mi espalda, la sabana parecía un arrebol más,
sin embargo la muerte había de rondar otra vez,
estupidez por lo ajeno no lo sé.

El indio hecho exótico fue muerto, vilmente silenciado.
La pólvora dejó rastro en su cuerpo.
Las balas se estrellaron contra su familia,
y otros más, éstas quedaron hundidas en su humanidad,
cada centímetro de sus órganos y de su carne lentamente palidecieron.

La sangre escandalosamente corrió sobre el campo y la tierra.
Los ojos de su ejecutor pudor y respeto no sintieron, pero quizás sí lo hicieron
y se santiguaron para poder hacer su honrosa tarea.

Mentiras contagiosas van a salir,
la justicia inerme y sus juglares “dirán la verdad”.
El llanto sólo será un espectáculo más,
Y mientras tanto los más “dignos hombres”
de vino y tabacos sólo van a hablar.