miércoles, 20 de mayo de 2009

Tiempo y distancia.

En la física el movimiento rectilíneo
viaja de la mano con el tiempo,
la velocidad y la distancia.
El tiempo y la distancia
te orientan en la vida,
te llevan a decir buenos días,
buenas tardes,
buenas noches,
dos metros, tres metros,
una cuadra, un kilómetro.

Tiempo y distancia
implica el ejercicio incuantificable e impensable,
para un “ingenuo” mortal,
de explicar y comprender que las estrellas se mueven,
que la tierra ya no es el centro del universo,
y que las guerras no son tan lejanas.

Tiempo y distancia:
“precisas”, “imprescindibles”,
“perfectas”, “lógicas”,
por si mismas inmortales.

Sin embargo,
lo único que puedo extraer de ellas,
es que el tiempo
y una distancia prudente (que puede llegar a ser obsesiva),
entre dos cuerpos (ella y yo) es necesaria,
para comprender que ya no estamos juntos,
y para que mis manos
se acostumbren a no volverla a tocar otra vez.

Tiempo y distancia:
“métricas”, “conmensurables”,
“eficaces”, “existentes”,
“reales”, “inexpugnables” y “válidas”
para cualquiera que silencia
su voz y recuerdos.

Pero lo más importante es que las calles,
edificios, parques y ebrios,
con el tiempo,
ya no extrañaran tus pisadas,
el olor a suavizante de tus prendas,
y tú perfume de flores.

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