martes, 23 de junio de 2009

Sin título

Tus ojos redonditos me esculpieron en la noche.
En ellos adivino tus pasajes, tú vida y placeres.
Siempre les busco alguna fragancia,
y me deleita verlos llenos de risa.
Cándidos y expresivos cuando
algo te toma por sorpresa.
Ellos hablan de ti y por ti,
de tú voz, amores y desilusiones;
Me dicen cosas extrañas
de tú incontrolable adicción al té,
a las viandas sanas e integrales,
al obsceno placer
de pisar las hojas secas de los árboles
que caen en las avenidas,
del horror a las diminutas arañas,
del espanto que te produce
la muerte y la soledad.
Incluso, hay días que se asocian con el arco de tus cejas,
para exclamar que te tulles con
el frio que se apodera de tus patitas,
pero ello no importa,
pues siempre arremetes contra él,
en un conjuro de miles
de cobijas y calcetines,
que se acompañan
de una infusión.

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