viernes, 19 de junio de 2009

Un trato

La muerte se ha posado en mi espalda,
me ha perseguido obstinadamente,
me desnuda en mis secretos,
en mi pasado,
dulcemente me hace temblar,
no la desprecio, ni la odio, sólo la espero.
Sabe ella que es refugio del soñador
que no quiere volver a recordar y quiere olvidar.

Dulce amiga, compañera del pródigo,
del desposeído,
de las mujeres enjutas y bellas,
de los hombres piadosos
y escépticos,
amante fiel, ¿despreciada? No, más bien ignorada…
sentida por los amantes que ya no los son
y que han olvidado un amor.

Paciente, sincera y triste, porque escucha las penas
del poeta ebrio y melancólico que aún esparce
el humo del tabaco en su boca,
y que busca respuestas pero no las encuentra.

Dame una privanza, un tiempo más,
para poder
conquistar por el
delirio a mi amada que ya no oye,
pero no importa, pues insurrecto soy.

Sólo quiero
un trato y un tiempo más, así sea
para conquistar u olvidar.

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