Deja que tus prendas caigan en la cama,
que cada una de ellas se mezcle entre las sábanas,
que tú sonrisa nerviosa se note por tú desnudes,
y tú cuerpo tembloroso se agite por mis manos.
Permite que tú pecho se estremezca,
que se hinche por el roce de mis dientes,
que tus piernas se suelten y tú ombligo se muerda,
que el vacío entre en tú sexo húmedo y dilatado,
que el sudor sea una promesa para compartirse,
que el tiempo no importe, que las palabras
sean dichas sin pudor, y los labios se rompan.
Bukowski o la pérdida del pudor
Hace 6 años
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