lunes, 19 de enero de 2009

Las buganbil.

A la maga quien podía oler las flores sin preocuparse por ellas…

Me gustan las buganbil porque
ellas se agarran de las pequeñas ramitas de los árboles
hasta que deciden marcharse a explorar el espacio.
Es como una marcha sin retorno;
Una vez se sienten maduras y
más bellas y moraditas que nunca,
se sueltan vertiginosamente contra el mundo.

Al terminar su descenso y chocar lentamente contra el suelo,
construyen un tapete brillante y tupido;
Siempre altivas y bellas, unas más cercanas a otras,
pegaditas, juntitas, se sientan a esperar a morir sin color.
Pero cuando su bello deceso ocurre,
se dejan ir lentamente perdiendo su coloración
sobre el pasto o el pavimento,
diciéndole adiós al mundo y a Los ojos que las vieron nacer y morir

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